Historia de Elche : Los Romanos y la Colonia Iulia Illici Augusta
Muchas han sido las conjeturas que se han planteado siempre en torno a la fundación de Elche. La realidad es que 18 años después de la toma de Helikê por los cartagineses, los romanos a cuyo frente cabalga Publio Cornelio Escipión «El Africano», entran en esta zona de Hispania, y al año siguiente, aprovechando un movimiento sorpresa y una habilidad militar extraordinaria, se apoderan de Carthago Nova, actual Cartagena, base naval y militar de los cartagineses.
A partir de ese momento, los romanos tienen su batalla ganada y Carthago se viene abajo poco después a manos del propio Publio.
Los romanos
Con la finalización de la época de las talasocracias heleno-orientales, en adelante será Roma la dueña de occidente, aunque para elló aún tuvo que esperar casi 200 años más, ya que los nativos mantenían las enseñanzas y costumbres aprendidas de los púnicos.
La realidad es que, antes de pasar el Ebro los romanos, los generales cartagineses Magón y Asdrúbal, habrían derrotado numerosos cuerpos españoles, y la Hispania Ulterior habría renunciado a la alianza con los romanos si no fuera por la rápida irrupción de Publio Cornelio Escipión, cruzando a toda velocidad el Ebro con su ejército y llegar a tiempor de fortalecer así su alianza con los indecisos.
Acamparon primero junto a Castro Albo, lugar conocido por ser donde murió el gran Amilcar y cuidadela fortificada donde habían acumulado trigo. La conversión de las ciudades indígenas en romanas fue un proceso muy lento y lo consiguieron a base de concesiones, como fue el derecho de ciudadanía de los nativos.
Como quiera que los romanos desconfiaban de sus propios mandos, formaron duunvirus (dos magistrados con poderes especiales de carácter temporal que eran tanto magistrados superiores de colonias como de municipios), e incluso triunvirus para gobernar cada quinquenio, siendo los primeros que estuvieron en la zona Cayo-Salvio, mientras que que cinco años después, le tocó a Quinto Terentio Montano.
El progreso
Se inicia un período de grandes progresos y acontecimientos, los cuales dejarán una huella imperecedera en la Historia a lo largo de cuatro siglos y medio.
Desde vencer a Sextio Ditigio a ser dominados más tarde por Cayo Flaminio, o la concesión de Iulia por parte de de Julio César, pasando por Colonia en el año 42 a.C., con el título de Augusta que le otorga Octavio César Augusto, junto con los de inmunidad (exención de tributos), y la imposición a los icositanos del fuero del derecho itálico, algo que únicamente cinco ciudades consiguen.
Otro gran cambio que tuvo lugar fue la concesión de acuñar monedas con la grabación de las iniciales C.C.I.A., que significaba Colonia Caesareiana Iulia Augusta, o el Il-lici que se atribuye a Tiberio. Desde un principio, cuando llegan los romanos, llaman por su nombre escrito a nuestra ciudad: ILL.C.I, que en griego significaba Elike, ya que el único palo que suena como «i» es el que lleva el punto, los otros son «e», y la «C», que suena como «K», pues también lleva el punto para convertirse en fuerte o sonora. Es en este momento cuando se conforman las iniciales del Estado de nuestra ciudad. C.I.I.A., Colonia Iulia Illici Augusta.
El ara que va en la parte inferior del escudo de Elche, también corresponde al mandato de Tiberio, pues según Tácito, cuenta que enfermó la madre del Emperador, Julia Augusta, y el Senado ordenó que se hiciesen rogativas por su salud a los dioses romanos y celebrasen los juegos llamados grandes, lo que hoy conocemos como juegos olímpicos.
Este acontecimiento fue inmortalizado acuñando una moneda con el busto de Tibero y en el reverso un ara con la inscripción Sal Aug, idéntico al que lleva el escudo de Elche, como podemos observar en la imagen superior. Setenta años duró el permiso para acuñar monedas en las provincias del Imperio Romano, siendo este retirado por el emperador Calígula.
Hasta el año 50 d.C., el poblado mantenía la fisonomía iberopúnica y, a partir de esta fecha, parece que un gran incendio arrasó la ciudad. Parece que los romanos tenían cierta pulsión por quemar ciudades. Sobre aquellas ruinas se levantó de nuevo otra población, ahora ya con fisonomía plenamente romana. Son momentos en que ciudadanos de la mismísima Roma vienen a vivir a la floreciente Il·lici.
