Historia de Elche: Las invasiones bárbaras
Como le ocurre a todas las superpotencias a lo largo de la Historia, al paso del tiempo Roma se debilitó. Tanta riqueza y suntuosidad van siendo presa de la crisis económica, política y social, lo cual conduce al desmoronamiento y, por ende, a que tus enemigos se te echen encima, como ocurrió con las invasiones bárbaras.
Esto fue aprovechado por los bárbaros, en concreto por las hordas de Francos, a base de saqueo y destrucción, que aceleran la caída del Imperio Romano. Esto ocurre en la década de 250-260 d.C., durante el reinado de Galieno.
Y se ve perfectamente reflejado en Il·lici, pues nuestra ciudad fue destruida de nuevo bárbara y totalmente. Junto a los muros de algunas casas de esta época se hallaron balas de catapulta y glandes de plomo, lo que demuestra la batalla que tuvo lugar contra los bárbaros.
La invasión de estas hordas bárbaras -los Francos- se produce cuando estos pueblos se ven acuciados por la necesidad: insuficiencia del territorio para alimentar a sus gentes, malas cosechas, inundaciones y, sobre todo, el carácter belicoso de su población o de otras tribus que interferían en sus poblados.
Además de la ambición de conquista, se unen las circunstancias de una situación degradante en todos los órdenes en el país vecino -Roma-, denotado sobre todo en las fronteras, por lo que al darse cuenta de tal situación en Hispania, atraviesan los Pirineos e inician su incursión por la Península.
Los Francos, que proceden de los actuales Países Bajos y parte de Alemania, se apoderan de Hispania en dos ocasiones; la primera entre los años 250-260 d.C., que recorren la parte oriental y Sur de la Península, y la otra en tiempos de Aureliano, 270-280 d.C., que invaden el Norte y Oeste. Por tanto, en las primeras fechas, Elche fue devastada por las invasiones bárbaras.
La reconstrucción de la ciudad se realiza aprovechando las edificaciones que quedaron en pie, aunque con índices claros de pobreza y miseria, cuya crisis general siguió minando el espíritu creador de sus gentes.
Etapa en que el cristianismo ya ha llegado a los illicitanos, que se entregan de lleno a él, construyéndose un gran monumento, la Basílica de Illici, con su magnífico mosaico polícromo.
Los bárbaros volvieron a cruzar los Pirineos en el año 409 d.C. y durante dos años sembraron el terror y la muerte, hasta que deciden asentarse en nuestro territorio. Tras la distribución del mismo, son los Alanos, que llegan desde Rusia, a través del río Donetz, quienes atacaron Il·lici.
Y debió ser terrorífico, pues Idacio -obispo e historiardor hispanorromano-, que lo presenció, lo narra diciendo:
Los Bárbaros, que habían penetrado en España, lo llevan todo a sangre y fuego; la peste, por su parte, no hacía menos destrozos... El hambre llegó a tal extremo que se vio a los hombres alimentarse con carne humana, sirviendo a las madres de alimento el cuerpo de sus hijos muertos y preparados por ellas mismas. Las fieras acostumbradas a cebarse en los cadáveres hacinados por el hambre, la guerra y las enfermedades que hacían estrago aún en los hombres más vigorosos, iban acabando lentamente con el género humano... Desoladas las provincias españolas por este cúmulo de plagas, y convertidos los Bárbaros a deseos de paz por la misericordia divina, se repartieron por suerte el territorio provincial. Los Vánalos y los Suevos ocupan Galicia, situada en la extremidad el Océano. Los Alanos, La Lusitania y Cartaginense y los Vándalos, llamados Silingos, La Bética.
Hasta el 416 d.C. que Valia -Visigodo-, sucesor de Ataulfo, pacta con Honorio, romano, y le promete devolver a Gala Placidia y liberar la Península, los Alanos, Suevos y Vándalos, desde el 409 d.C., la ocupaban casi en su totalidad.
Honorio quería servirse de los Visigodos, provenientes de Rumanía, desde las orillas del Danubio, aunque se cree que su procedencia era realmente de Escandinavia, con el nombre genérico de Godos, para recuperar España de los Bárbaros, pero ya nunca volvió a fomar parte del Imperio Romano y cayó en manos de los Visigodos. Por tanto, Illici pasó a ser ciudad visigoda.
De este modo, la ciudad de Illici continúa su existencia postromana, llamada ahora por los Visigodos como Elixe, casi sin pronunciar la «e» final, cuyo sonido debería escribirse y representarse como Elice.
NOTA: Créditos de la imagen Despositphotos.com