Historia de Elche | Los Reyes Católicos | Cap. I
Los Reyes Católicos tuvieron una gran influencia en la Historia de Elche, tal y como vamos a ver en estos artículos, sobre todo en el trascendental suceso de la entrega de la ciudad a Gutierre de Cárdenas y la posterior reacción de la población ilicitana.
Si echamos un vistazo al escudo situado en la Torre de la Calahorra podremos percatarnos que se trata del escudo de los Cárdenas y cuya inscripción dice: "Señor de Elche por la Gracia de la Reina llamada «La Católica», en pago de sus servicios". Por tanto, dejó de pertenecer a Valencia ni al Rey de Aragón cuando pagaron la deuda, en 1460, que liberó a Elche de los catalanes, que anteriormente fueron vendidos en 1391.
Siendo Rey de la Corona de Valencia-Aragón -donde se ubicaban los catalanes-, don Juan II, por muerte de Alfonso V, escoge a Fernando I, quien a pesar de ser castellano para coronarlo como Rey de Aragón por el «Compromiso de Caspe». Sucede al morir Martín el humano y no dejar descendencia. Es entonces cuando Elche pasa a Doña Juana Enríquez, su mujer, por donación del propio Juan II. Doña Juana Enríquez lo recobró de dinero propio y lo hipotecó al dote de su hermana Doña Aldonza Enríquez y lo dejó en herencia al Señor Don Juan, marido de esta. Tras la muerte de la Reina vuelve a sus manos de nuevo.
Elche como regalo de bodas
En 1468 tienen la necesidad de hacer de nuevo frente a unos pagos, en este caso a la Ciudad de Valencia, hipotecan todos los bienes de Elche y Crevillente, por las pensiones de algunos censos cargados a esta Ciudad.
Esto data del 26 de agosto de 1468, pero un año despúes, el 02 de julio de 1469, el Rey Don Juan escribe al Consejo de la Villa con motivo de la boda del Príncipe Fernando, su hijo, nombrado hace un tiempo Rey de Sicilia, solicitando 1.000 florines para afrontar la deuda del famoso collar de balajes, que en ese momento estaba empeñado. Este collar, según se decía, había pertenecido al Rey Salomón y era la mayor de las joyas de Aragón, cuyo valor alcanzaba los 40.000 florines, una fortuna para la época.
Y no solo se atendió esta petición, el Consejo entregó además 3.000 sueldos a Don Fernando como regalo de bodas cuando pasó por Elche, el 09 de agosto de 1469, camino de Orihuela. De esta manera, Elche, junto con Crevillente, pasó a depender de la princesa castellana.
El siguiente regalo de boda fue, precisamente, la cesión de las dos ciudades, lo cual significó una enérgica protesta por parte de los ilicitanos, a lo cual respondió el Rey Don Juan, explicando que ello no significaba enajenación alguna, ya que la boda de su hijo con la princesa uniría las dos coronas formando un solo reino. Además, en caso de fallecimiento de Doña Isabel, Elche volvería a formar parte de la Corona de Aragón.
Sin embargo, estos argumentos solo servían para acallar las voces que pedían justicia, ya que Don Juan no era más que un políticos y, como tal, tenía poca credibilidad.
La mentira del Rey Don Juan
Y así quedó demostrado, pues el 24 de agosto de ese mismo año Fernando ratifica la entrega de la ciudad a su esposa, quien a su vez la cede a su Maestresala D. Guierre de Cárdenas, en un documento que, entre otras cosa, dice:
«Doña Isabel, por la gracia de Dios, Princesa de Asturias, Princesa heredera y sucesora de los Reinos de Castilla y León, Reina de Sicilia, Princesa de Aragón, acatando los muchos, y buenos, y grandes y señalados servicios, que has hecho y harás de aquí en adelante, y los grandes peligros y afrentas en que por mi servicio y por el bien público de estos Reinos de Castilla y León y haber sufrido especialmente en la contratación del matrimonio que por la gracia de Dios es consumado entre yo y el muy ilustre Don Fernando, príncipe de Castilla, os hago merced, gracia y donación, pura, propia, no revocable, que es dicha entre vivos, sin condición alguna, para ti y vuestros herederos y sucesores para siempre jamás, de la Villa de Elig y del lugar de Crebillen, con sus palacios y castillos, y fortalezas y con todos los lugares y con toda su tierra, término y distrito... y con la justicia y jurisdicción Civil y criminal, alta de baja, y mero y mixto imperio de la dicha Villa y lugar con todas sus rentas y derechos...». Firmado por la Princesa y sellado.
La respuesta de Elche
Elche, por medio de su Concejo, enviaron una comisión con las personalidades más destacadas para homenajear primero y demandar después sus fueros a Doña Isabel. Querían demostrar que Elche nunca fue, ni quería ser, fuero de nadie, que tenía sus propios fueros, es decir, Valencianos, del Reino de Valencia. Le recordaron a la princesa que en la Guerra de Sicilia, el rey pidió a la ciudad de Barcelona 8.000 florines, que esta no quiso dar sin que Elche saliera del fiador.
Le recordaron también que cuando los catalanes tenían sitiada a la reina Juana y al príncipe Fernando en Gerona, Elche acudió en su ayuda.
Que cuando el rey Don Juan y sus tropas llegaron derrotados de la batalla de Olmedo, se les hospedó en Elche, donando además 300 sueldos para el camino. Y no dejaron pasar la oportunidad de recordarle que entregaron 1.000 florines para el desempeño del famoso collar de balajes, además de otros 3.000 sueldos, como se ha mencionado anteriormente.
Y para acabar, le recordaron que Elche, por sus fueros y privilegios, títulos y leyes reales, amén de su fidelidad, había derramado sangre y vaciado sus arcas para sostener a la monarquía y, sin desear abandonar el Reino de Valencia, recibía aquel inexplicable insulto de los reyes.
Además, convertían Elche, junto con Crevillente, en feudo de Don Gutierre de Cárdenas, que no era infante, ni hijo ni nieto de rey. No pertenecía a la nobleza, pero eso sí, era castellano. Es decir, un extraño en el Reino de Valencia aquella época.
Qué hizo Isabel de Castilla
Calmar a la comisión ilicitana con artes de buena política, ya que Isabel era muy buena en esas lides. Concedió, el 25 de noviembre de 1471, un nuevo privilegio, que consistía en un juramento que aseguraba guardar, respetar y observar fueros y privilegios, lammando a esto de la siguiente forma: «Los amados et fieles nuestros los justicia, jurados el Consejo General de la Nuestra Villa de Elig...»
Y la promesa duró mientras vivió el rey Don Juan II, pero el 19 de enero de 1479 falleció y se confirmó la donación de Elche y Crevillente a Gutierre de Cárdenas. Se hizo saber a la población ilicitana y la reacción fue furibunda: ¡Había que resistir!. No querían caer en manos de un señor feudal y Elche tomó medidas:
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Todo el trigo de los cristianos y los moros se depositaría dentro de los muros de la villa, para el abastecimiento de sus habitantes.
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Se ordena formar cuadrillas para defender a la población, nombrando guardas para las puertas.
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Se pondrá un vigilante cada día en la Torre del Consell y en la torre del campanario, con el fin de avisar de la llegada de cualquier persona.
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Se acordó que el Justicia, Jurado y algunos prohombres ilicitanos hablasen con doña Isabel, esposa del magnífica mosén Gaspar de Fabra, procurador de la Villa para tomar posesión en nombre de los Reyes y posterior entrega a Cárdenas, con el fin de trasladarle sus deseos de pertenecer a la corona.
Misivas a Fernando e Isabel
El Rey Fernando era muy autoritario, hacía las cosas por sus narices, por la fuerza si era necesario, por lo tanto, se podía permitir ultrajar los sentimientos de un pueblo entero e ir contra la Ley con el fin de satisfacer los deseos de un señor feudal. La misiva a Fernando por parte de Elche fue la siguiente:
Señor muy justo... que la noticia de que Elche y Crevillente son traspasados y alineados al noble Guiterre de Cárdenas, cuya nueva es tan cruel y de tanta congoja para nosotros, que nos produce tanta tristeza, terror y amargura que se podría decir que es maravilla que nuestros pechos no estallen en sangre al ver que el patrimonio y la corona real sean separados y puestos en poder de un caballero y separados de la corona real a la que siempre perteneció. Vuestros humildes vasallos que humildemente besan vuestros piies y manos, se recomiendan a vuestra gracia y merced y os piden justicia.
Los Justicias, Jurados y Consejo General de Vustra Villa de Elche.