El envase del delivery importa: así contamina la comida para llevar
Pedir comida a domicilio se ha convertido en un hábito tan cotidiano como consultar el tiempo antes de salir de casa.
En menos de media hora, tenemos la cena servida… y una pequeña montaña de residuos sobre la mesa. Bolsas, bandejas, tapas, servilletas plastificadas y cubiertos que no pedimos. El menú llega caliente, pero lo que deja atrás tarda siglos en desaparecer.
En plena era del consumo inmediato, donde el ‘click’ decide la cena, el envase ha dejado de ser un mero contenedor. Es, sin quererlo, el protagonista de una crisis ambiental silenciosa.
La responsabilidad no termina con solo usar materiales reciclables
El packaging take away no es un problema menor. Según un estudio reciente de Envapro y FACYRE, el cartón y el papel son los materiales más usados actualmente en envases desechables para comida, con un 57,5 % de presencia en negocios hosteleros. Una buena noticia… a medias.
Porque aunque estos materiales son más sostenibles que el plástico, el informe también señala que el 11,7 % de los establecimientos sigue usando plástico convencional, y un 10,1 % opta por aluminio. Además, más de la mitad de los encuestados reconoce que el precio sigue siendo un freno para cambiar a soluciones más ecológicas.
La sostenibilidad ya está en la mente de muchos restaurantes y puestos de take away, pero también es cierto que no siempre llega al bolsillo. Según ese mismo estudio, casi el 55 % de los establecimientos estaría dispuesto a pagar más por envases sostenibles… pero solo hasta cierto punto.
Cada vez hay más opciones para comer sin cocinar, desde cadenas especializadas en delivery hasta pequeños locales que ofrecen comida para llevar como parte esencial de su negocio.
Esta tendencia ha disparado también el uso de envases desechables, convirtiéndolos en una constante en la rutina urbana. El problema es doble, por un lado, la falta de información sobre cómo deben gestionarse esos residuos; por otro, la percepción, bastante extendida, de que muchos envases “ecológicos” no lo son tanto si acaban en un contenedor equivocado.
“Es una creencia extendida que el simple hecho de usar cartón ya soluciona el problema, cuando en realidad hay que mirar todo el ciclo del envase, desde su origen hasta cómo y dónde acaba”, comentan desde Fumisan, empresa especializada en soluciones de packaging para delivery y hostelería. “También es importante que cada envase se adapte a lo que contiene, no sirve el mismo formato para una ensalada templada que para un postre frío.
Si el cliente recibe su comida en mal estado, no solo hay frustración, probablemente acabe todo en la basura. Lo mismo ocurre con el exceso de elementos que no se van a utilizar, como cubiertos por duplicado, servilletas de más, sobres de salsas innecesarios o envases que no se adaptan a la cantidad y tamaño de comida. Todo suma residuos que pueden evitarse”.
Su visión va más allá del producto, entienden que cada negocio tiene necesidades diferentes, comida caliente o fría, consumo inmediato o transporte más largo y consumo posterior… La sostenibilidad no debe ser un lujo, sino una solución práctica y funcional.
¿Quién debe dar el primer paso?
Aquí es donde surge el verdadero debate, ¿De quién es la responsabilidad de este cambio? ¿De los negocios que deben invertir en mejores envases? ¿De los consumidores, que deberían exigir alternativas sostenibles y desechar correctamente los residuos? ¿O del marco legislativo, que sigue siendo para la mayoría insuficiente o incluso un obstáculo?
Lo cierto es que nadie tiene la solución completa, pero sí muchas pequeñas respuestas. Como elegir envases de comida para llevar fabricados en materiales ecológicos cuando sea posible, evitar el sobreempaquetado o apostar por opciones reutilizables en lugares donde se puede devolver el envase. También se trata de contar las historias que hay detrás del envase, qué materiales se usan, quién los fabrica, cómo se pueden aprovechar mejor.
El reto ya no es solo que la comida llegue bien, sino que el envase no se quede para siempre.
