Selección de Brasil en 1982
Selección de Brasil en el Mundial de España 1982

Equipos de Leyenda: Brasil 1982

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Empezaré una serie de artículos sobre el deporte rey, el fútbol. Como buen aficionado, aunque carente de esa faceta que impide reconocer los méritos del rival, realizaré un análisis muy personal de los que, para mí, han sido los equipos que más huella han dejado en mi memoria desde que sigo este deporte, allá por 1981.

Aprovechando el empuje anímico que proporciona el que el equipo de mi ciudad, el Elche, esté en Primera División y además haciendo un gran papel, dejaré estos artículos sobre mis equipos favoritos de siempre.

En primer lugar, Brasil en 1982, Mundial de España

En esa época -1982- era yo un adolescente y empezaba a interesarme por el fútbol, aprovechando la agitación mediática que proporcionó el mundial de España. Obviamente no existían las posibilidades informativas de hoy día, remitiéndose todo a la única cadena de televisión disponible.

Como quiera que estaba de vacaciones -ese mismo año empezaba el instituto-, pude dedicar parte de mi tiempo a seguir aquel mundial. El motivo principal era la selección española, pero como quiera que duró muy poco, otra selección me llamó poderosamente la atención. BRASIL.

El mundial de 1982 comenzó con una serie de partidos que no pasarán -ni pasaron- a la historia. Italia daba muestras de una mediocridad preocupante, España ni eso, simplemente estaban muy lejos de hacer algo medianamente decente; la República Federal de Alemania no era un equipo simpático, pero sí enormemente competitivo,  poderoso y orgulloso.

Argentina, con Maradona a la cabeza, generaba muchas dudas. En el pelotón de los no favoritos destacaban Francia y Polonia, a la postre semifinalistas.¿Y Brasil?. Pues Brasil llegaba sin hacer demasiado ruido; se sabía que contaba con jugadores de enorme clase y calidad: Leandro, Junior, Sócrates, Falcao, Toninho Cerezo y Zico, fundamentalmente.

Esta innegable calidad, unida a una manera de jugar fascinante, hizo que Brasil quedara en la memoria de todo buen aficionado. El centro del campo brasileño con Sócrates, Zico, Falcao y Toninho Cerezo, simplemente era maravilloso.

Y comenzó el Mundial. Brasil había hecho una gira europea un año antes desplegando un poderío tremendo con cualquier selección que se ponía en su camino.

 Había ganado a Inglaterra en Wembley 0-1, a la poderosa Francia de Platini en París 1-3 y a la campeona de Europa, Alemania, 1-2 en Stuttgart. A esta última también le ganó un amistoso en Brasil, 1-0.

En la primera fase, ganaron los tres partidos, remontando a la URSS en Sevilla, aunque la actuación del árbitro español Lamo Castillo fue determinante, y ganando ampliamente a dos equipos menos «lustrosos» como Escocia y Nueva Zelanda. La canarinha desplegaba un juego ágil, brillante, técnico y repleto de detalles virtuosos. Una selección con un estilo táctico singular, plagada de centrocampistas, Toninho Cerezo, Sócrates, Falcao y Zico, pero que además jugaba prácticamente con seis de estos tipos de jugadores, porque Junior, el lateral izquierdo, era más un interior y Eder, el extremo izquierdo, bajaba continuamente al medio campo.

Cuando comenzó la segunda fase, con cuatro grupos de tres equipos donde clasificaba el primero, Brasil era la clara favorita, mucho más después de la demostración de poderío ante la Argentina de Maradona -fue expulsado en ese partido-, pero había algunas dudas en el equipo brasileño, comenzando por su portero y terminando por su defensa, demasiado ofensiva y poco fiable.

Además, su delantero centro, Serginho, fallaba más que una escopeta de feria. Un punto de discordia en un equipo extremadamente exquisito. Zico comenzaba a dar muestras de cansancio, ya que llegó muy justo al mundial.

Y llegó el turno de Italia. Los azzurri se habían clasificado por los pelos después de tres empates, y a Brasil, tras su victoria ante Argentina, le valía la igualada para estar en semifinales. 

Los de Santana comenzaron el partido como todos los anteriores, a dominar a través del juego combinativo y técnico, pero delante estaba Italia y no se ganan tantos mundiales solo con suerte.

Si Sócrates, Zico, Falcao o Junior nos habían deslumbrado por su inmejorable talento, Italia nos haría conocer a otros portentos del balón, con otro estilo, pero tremendamente eficaz. Eran los Zoff, Cabrini, Tardelli, Conti o Rossi. Al descanso, 1-2 para Italia y el mundo frotándose los ojos.

En la segunda parte, Brasil fue más Brasil que nunca, pero en la portería italiana había una leyenda, Zoff, que se convirtió en un auténtico dique de contención.

Aún así, no pudo evitar el gol de Sócrates (2-2) que les valía a los brasileños para pasar a semifinales. A pesar de eso, la canarinha buscó la victoria y se volcó hacia la portería italiana. En el único córner que lanzó Italia en el partido, Rossi hizo el tercero (3-2). Brasil no pudo empatar y quedó eliminada.

Y se fueron a casa, de forma justa, eso es indudable, ya que Italia ganó bien, pero dejando un regusto amargo a los aficionados, comenzando por un servidor, porque cuando eres neutral quieres que gane el más alto, el más guapo y el más listo. Ese era Brasil.

SÓCRATES

Sócrates ha sido el jugador que más me ha llamado la atención de siempre. Dotado de una técnica, elegancia y visión para el pase inalcanzable para el resto de jugadores.

Lo de este jugador era natural, hacía fácil lo que para otros era simplemente imposible, por no hablar de sus famosos "taconazos". Zico era técnica, potencia y personalidad arrolladora.

Su sóla presencia intimidaba al rival, pues eran conscientes de que en cualquier momento podía hilvanar una jugada del todo imprevista. Falcao y Toninho Cerezo destacaban más por su potencia física, no exenta de una excelente calidad para el golpeo y conducción del balón. En definitiva, un equipo imparable, capaz de hacer cualquier jugada, pero nunca salpicada de tosquedad o torpeza.

socrates brasil 82

 

El paso de un equipo a la historia de este deporte, incluso sin haber ganado, es por la huella que dejó. Por eso es inolvidable, porque trastocó lo que hasta ese momento era una verdad irrefutable, que sólo se recuerda al que gana.

Hoy día todavía se puede oír a más de un jugador de fútbol, ante una final, decir que sólo se pasa a la historia si se gana, que del finalista no se acuerda nadie. Brasil no fue ni siquiera semifinalista, pero pasó a la historia, eso también es irrefutable.

En cuanto a España, la decepción fue mayúscula, pero el fútbol español se preparaba para la irrupción de una generación de jugadores especiales, que cambiaron la dinámica de este deporte en España: "La Quinta del Buitre", pero eso es otra historia...

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